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«Entre la Presión y el Renacimiento: La Ciencia de la Resiliencia»

Por Jesús Maria Elizalde Oroz

A finales de la década de los setenta se hicieron observaciones científicas al constatar cómo ciertos niños expuestos a condiciones de vida altamente estresantes, se sobreponían a estas experiencias, consiguiendo que no les afectara negativamente, mientras otros terminaban siendo adultos con graves problemas, sin habilidad para solucionarlos, generando vidas empobrecidas con hábitos poco saludables.

Este grupo de personas que conseguían sobreponerse han sido llamados como resilientes.

La mayoría de las personas que experimentan una experiencia llamada “muy dura”, coloquialmente, se desarrolla desde el hecho o hechos vividos. El dolor y el malestar es inevitable, y a pesar de pasar por ese trance, las personas suelen resistir con fortaleza no imaginada los embates de la vida. Incluso ante sucesos extremos, hay un elevado porcentaje de personas que muestran una gran resistencia y robustez y que sale psicológicamente indemne o con daños mínimos de la situación, e incluso mejoradas como personas.

El término resiliencia tiene su origen en el latín, en el término resilio que significa: “volver atrás”, “volver de un salto”, “volver a entrar saltando”. Y especialmente se usa en la ingeniería, referida a la propiedad que tiene una pieza mecánica para doblarse bajo una carga y volver a su posición original cuando ésta ya no actúa, es decir, es tener poder de recuperación. Resiliencia es la capacidad de un material de recobrar su forma original después de someterse a una presión deformadora.

Aplicada la resiliencia a las personas y a las organizaciones, hace referencia a la capacidad de una persona para afrontar, aceptar y adaptarse de manera adecuada a situaciones adversas, difíciles y traumáticas. Implica la capacidad de superar adversidades, gestionar el estrés y mantener un equilibrio emocional, incluso en momentos de crisis o desafíos, saliendo transformado positivamente por la experiencia.

El comportamiento resiliente se notará cuando la persona:

  • Afronta el estrés negativo y las presiones manteniendo la calma ante circunstancias difíciles, se prepara para los desafíos de manera más efectiva y resiste la presión sin afectar negativamente al bienestar emocional.
  • Se desarrolla a pesar de vivir traumas: cuando activamos la resiliencia hacemos lo necesario para recuperarnos y reconstruir la vida después de experiencias traumáticas. Pone en marcha una gestión adecuada de emociones habituales al vivir eventos dolorosos, lo que permite seguir adelante en el proceso de recuperación.
  • Mantiene una actitud mental positiva y constructiva frente a las adversidades y distingue los aspectos negativos y desfavorables, la desesperación y el equilibrio, encontrando los aspectos positivos de las experiencias vividas.
  • Se adapta al cambio: Resiliencia es poner en marcha la adaptación a los cambios que vive cualquier persona, afrontando la incertidumbre y buscando y creando recursos para aportar soluciones ante nuevas situaciones.
  • No permite que se mine los cuatro AUTOS de la persona: el autovalor, la autoconfianza, la autoestima y la autoeficacia: resiliencia es fortalecer la confianza en uno mismo, confiando en encontrar y buscar las respuestas para desarrollarse también desde los obstáculos y alcanzar las metas. La persona pone todo su empeño en optimizar las situaciones.
  • Fortalece las relaciones interpersonales: al comportarnos resilientemente, no solamente se mantienen las relaciones con el mimo y el cuidado que merecen, además puede crear nuevas relaciones basadas en la aceptación, empatía, la comprensión, la cooperación y la colaboración
    La resiliencia se expresa en las diez “Aes”: aceptar, asentir, adaptarse, actualizar, aprender, asimilar, asumir, ayudar, acompañar y apoyar

RESILIENCIA VIENE A SIGNIFICAR LO PROTEGIDAS QUE ESTAMOS LAS PERSONAS DE LOS DESCOLOQUES DEL DÍA A DÍA, ES DECIR, LO DESARROLLADOS QUE ESTEMOS.

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