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“El sentir nos sirve de brújula, de linterna para iluminar aspectos que están oscurecidos”

Gestión de Emociones por Jesús Maria Elizalde

“Me da la sensación de que no nos va a comprar el cliente”. “Tengo un pálpito desagradable”. “Me parece que no va a ir bien la reunión”. “Creo que no han entendido lo que quería expresar”.

Podría seguir con un largo listado de frases como estas que decimos en el día a día dentro del contexto profesional. Y en el contexto personal no varían mucho. Cuando nos expresamos así, estamos expresando nuestro sentir.

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Los niveles funcionales del ser humano son el pensar, el hacer y el sentir. De los tres, es el nivel funcional del sentir en el que menos hemos recibido una preparación formal. Muchas personas dirían que hemos recibido poca preparación en la gestión de emociones. Es cierto que está muy en auge todo lo relacionado con la inteligencia emocional y sin embargo se trabaja muy poco sobre las emociones

Por ejemplo, muchas personas no identifican que las emociones son un tipo de sentir. Y que hay más estructuras de sentir como las sensaciones, los sentimientos y los estados de ánimo. Un gran caudal de información que pocas veces diferenciamos y que muy a menudo colapsamos. Cuando pregunto a las personas cuál es el propósito de disponer del sentir, para qué sirve el sentir, muchas personas no lo tienen muy claro, no tienen mucha precisión en comprensión sobre el asunto.

Sin embargo hay bastantes menos dudas sobre la importancia del pensar y el hacer. Sin profundizar demasiado, el propósito del sentir tiene que ver, básicamente, con notar como van las cosas en el mundo real y cómo vamos nosotros en el mundo real.

El sentir es el recurso del que disponemos para tener información de lo que pasa en el mundo y de lo que nosotros esperamos o no que ocurra en el mundo. Por eso no hay sentires negativos ni positivos (aunque podamos pensar así). Lo que experimentamos son sentires agradables, desagradables y neutros.

Así que el sentir nos ayuda a poner nuestra atención sobre lo que pasa o no pasa en el mundo y cuál está siendo nuestra actuación en él.

El sentir, metafóricamente hablando, nos sirve de brújula, de linterna para iluminar aspectos que están oscurecidos. Y cuando miramos a la brújula e identificamos los cuatro puntos cardinales y dónde está el norte, dejamos de mirarla y llevamos la atención al recorrido para seguir orientados y no tropezarnos. Si encendemos la linterna, la luz no la ponemos apuntando a los ojos. Nos quedaríamos deslumbrados y sería muy perjudicial. Apuntamos a la oscuridad para identificar qué hay en ese lugar y así no tropezarnos.

El sentir no es para quedarnos atendiendo el sentir (por muy fuerte que sea). Muchas personas cometen este error y supone una gestión muy empobrecida del sentir. El sentir nos sirve para supervisar, para chequear el mundo real y chequearnos a nosotros en el mundo real. Cuando ponemos en marcha el chequeo no lo hacemos para dictar o decidir qué hacer. Es una forma de alertarnos de que algo está sucediendo o no está sucediendo. Y a partir de aquí se requiere que nos pongamos a investigar la realidad y a nosotros en la realidad.

Es importante insistir que el sentir es información subjetiva. Puede que lo que estamos experimentando en el sentir sea certero, pero también puede que no. Y muchas veces no lo es. Por ejemplo, la confusión es muy desagradable y sin embargo va a activarse cada vez que estemos en mitad de un proceso de cambio. Cuando yo voy a un curso como aprendiz, si no experimento confusión, es señal de que no me está aportando nada nuevo que me aporte.

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Con estas realidades comentadas, quiero terminar precisando algunas cosas sobre los tipos de sentir para que nos sirva en el caminar de la vida.

Las sensaciones son la conexión sensorial con el mundo (piel, gusto, olfato). Son la vía de entrada de información junto a la vista y el oído. Las sensaciones las utilizamos para ayudarnos a organizarnos en el mundo. Con los sentimientos empezamos a darnos cuenta y damos significado a la información que captamos con las sensaciones.

Las emociones son la elaboración que hacemos de los sentimientos. Es el sentimiento del sentimiento, el sentir de segundo nivel. Por tanto ya hay mucho de elaboración y podemos hacer mucho por elegir qué tipo de emociones experimentar. La gestión emocional incluye el vincularnos con el mundo y las personas y la repercusión que eso tiene en nosotros, en el mundo y en las personas. Y viceversa. Es por eso que a este nivel de sentir comienza a tomar relevancia el empatizar y el simpatizar. Las emociones las utilizamos para ayudarnos a movernos en el mundo o quedarnos quietos.

Y para finalizar, los estrados de ánimo que son las emociones mantenidas en el tiempo. Por tanto hay mucha más elección a este nivel. Estados de ánimo de sentirte participe e integrado en tu equipo de trabajo o tu familia, de sentirte capaz de resolver los problemas que se presenten, de animar a los tuyos a que mejorar habilidades, …

Cuando experimentas miedo, incertidumbre, fracaso, frustración, ignorancia, confusión, sobrecarga, enfado, rabia, ira, odio, ansiedad, rechazo, exclusión, ser ignorado, alegría, felicidad, entusiasmo, paz interior, conexión, ser atendido, inclusión, reconocimiento, amor, … ¿es a nivel de sensación, de sentimiento, de emoción, de estado de ánimo? Porque no es lo mismo un nivel que otro y lo que nos estamos indicando con cada sentir.

¿Qué sensaciones has experimentado al leer esta noticia? ¿Te ha resultado agradable? ¿Qué emociones activas al experimentar esos sentimientos? Y muy importantemente que estado de ánimo puedes poner en marcha para todo el día de hoy y de mañana al saber que puedes elegir los estados de ánimo que prefieras?

Estos talleres se han realizado en el marco del proyecto del Servicio Navarro de Empleo- Nafar Lansare LIDERA.

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